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Fundación: 12 de Abril de 1557
Independencia: 3 de Noviembre de 1820
Patrimonio Cultural de la Humanidad: desde el 1 de Diciembre de 1999
Historia:
Comisionado por el Marqués de Cañete, tercer Virrey del Perú, recorrió Don Gil RamÃrez Dávalos toda la provincia, buscando lugar a propósito para fundar una ciudad: reconocida y examinada la provincia en toda su extensión, ningún punto le pareció mejor que, el dilatado valle del Páucar-bamba; y allà eligió sitio cómodo para fundar la nueva ciudad. Llamados, pues todo los caciques de la comarca y preguntados acerca de la nueva fundación, respondieron que no les causaba perjuicio alguno; con lo cual, el 12 de Abril de 1557. RamÃrez Dávalos delineó el plano o traza de la proyectada ciudad, poniéndole, en obsequio del Virrey, el nombre de Cuenca, por ser Don Andrés Hurtado de Mendoza, guardia mayor de la ciudad de Cuenca en España. El acta de la fundación de Cuenca refiere el nombre, con que en la lengua quichua era llamada la llanura, que escogió Gil RamÃrez Dávalos para fundar la ciudad; pero se ha visto, que ese mismo lugar tenÃa otro nombre distinto y más significativo en la lengua materna de los Cañaris.
Los españoles, al fundar Cuenca, hicieron lo que solÃan hacer siempre que fundaban una nueva ciudad, a saber, destinar, ante todo, un lugar para que allà se edificase el templo católico: antes de las casas para los hombres, la casa de Dios...
Según una tradición antigua, que no parece destituida de fundamento, el primer templo que hubo en Cuenca fue la capilla que hoy se conoce con el nombre de Todos Santos, a la margen superior del rÃo. Ese serÃa, sin duda, templo provisional, mientras construÃan la iglesia parroquial, en el lado de la plaza mayor que mira hacia el Oriente. En la instrucción dada por el Marqués de Cañete al gobernador Gil RamÃrez Dávalos para la fundación de la nueva ciudad, se le prescribÃa que a un lado de la plaza principal señalara cuatro cuadras a la redonda para la iglesia y cementerio, de tal modo que no haya próxima al templo casa ninguna de seculares, excepto la del párroco. También se le mandaba, que diera dos solares para convento de Santo Domingo. Y todo lo cumplió puntualmente el fundador, al tiempo de hacer la distribución de solares en la nueva ciudad. Gil RamÃrez Dávalos no podÃa haber escogido sitio mejor para fundar la ciudad, que entonces solÃan llamar Nueva Cuenca del Perú. Páucar-bamba, en lengua de los Ingas, quiere decir llanura florida, campo de primavera; y llanuras floridas, campos de primavera son, por cierto aquellos, donde está edificada Cuenca. El sitio, en que se delineó la traza de la ciudad, pertenecÃa a un cierto español apellidado Gonzalo Gómez de Salazar, vecino de Loja, el cual tenÃa su estancia en aquel valle.
Cuando decimos Cuenca, recordamos a la ciudad famosa por su artesanÃa, o las joyas de oro y plata. ¿Y cuál fue su nombre antes de la llegada de los Incas? Era Guapondélic o "Llano Grande como el cielo", pero llegó el Inca Túpac Yupanqui e hizo degollar a 8 mil prisioneros y le cambió de nombre por "Tomebamba" que querÃa decir "Llano del Cuchillo". Desde el viejo mundo venÃan los españoles, con ellos comenzó otra denominación mucho más astuta sobre la gran civilización Inca. TenÃa que fundarse Cuenca, que un dÃa también se libertará del yugo español.
¿Y el nombre de " Cuenca"? El capitán Gil RamÃrez Dávalos fue el ilustre fundador de la ciudad el 12 de Abril de 1557, por orden de don Andrés Hurtado de Mendoza en virtud de Real Provisión de 15 de septiembre de 1556, ante el Escribano Pedro de Avendaño. El capitán RamÃrez Dávalos fundó varias ciudades más, pero la única que perdura es Cuenca, que en comienzo fue "Nueva Cuenca". A ese capitán le cupo la colonización de la región oriental.
El 12 de Abril de 1557 el sacerdote bachiller Gómez de Tapia, celebró una misa de acción de gracias, a la que asistieron RamÃrez Dávalos, otros epañoles y los nativos de aquel lugar. Luego el escribano mayor de Quito Antón de Sevilla, leyó todos los decretos e instrucciones del Virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza y repartieron entre los habitantes de la nueva ciudad: solares de tierra, chacras y terrenos para la construcción de casas.
Finalmente Gil RamÃrez Dávalos izó el Pendón de España, y sacando su espada, clavó muchas veces en el suelo y luego cogiendo puñados de tierra, los arrojó uno tras otro hacia los cuatro punto cardinales y exclamó: "Fundo esta ciudad que en el presente y futuro se llama y se llamará CUENCA".
En aquellos tiempos el lugar era incluso más hermoso: una llanura florida, con muchos árboles frutales. La historia conoce como primeros habitantes de esta región a los Cañaris, valerosos guerreros y hábiles en las artes manuales; trabajaban delicados artefactos en oro, plata y barro. Adoraban a la diosa luna y a otros dioses menores. Las tumbas que se haya descubierto nos guardaron una muestra de lo que fue su cultura; herramientas, preciosas joyas de oro, plata, curiosos objetos de barro. La maravillosa región de los canaris fue dominada por la ola incaria.
Esta ciudad de Cuenca lleva con legÃtimo orgullo, en el Ecuador, el centro luminoso de la intelectualidad, el don del pensamiento reflexivo y del sentimiento poético: Cuenca, la de los repúblicos, la de los pensadores, la de los poetas, nos ofrece el oro de su alta espiritualidad para labrar en la Patria Ecuatoriana la estructura moral, estética y jurÃdica que permita la vida del derecho, la acción de la justicia, el vuelo de la libertad, el florecimiento de las ciencias y las artes.
Pueblo que sabe sentir y pensar, pueblo que sublima los excelsos atributos humanos, que lleva en su alma la virtud de transformar la vida enalteciéndola, imprimiéndola rasgos superiores, dándole el hondo sentido del ideal, de la perfección, de la grandeza del desenvolvimiento indefinido, rico en perspectivas, en novedades, en aspectos, en creaciones maravillosas e imprevistas. La clave de la civilización, el secreto de toda cultura está ahÃ, en los dones del espÃritu que cuajan cuando las lumbres y calores de cielos propicios les estimulan y ayudan, en frutos magnÃficos de ciencia, de poesÃa, de arte, yendo también a organizar la técnica, la aplicación del saber cientÃfico a la labor ruda de labrar la tierra, horadar el monte, construir el camino, abrir el canal, inventar la máquina, aprisionar y canalizar las fuerzas del Universo.
FotografÃa:
Diario el Mercurio
Sitio Web: www.elmercurio.com.ec
Información tomada de: Ecuanet.net